Compró, al fin, uno de los apartamentos que había visto por internet, convencida por las fotos de la piscina común (de un azul que ella nunca había visto en ninguna piscina) y de los geranios rojos que adornaban las ventanas (los geranios, sobre todo los geranios). No le importó que la cocina fuera algo estrecha: usó gran parte de sus ahorros y lo compró con ayuda de una agencia y algo de papeleo.
Los billetes de avión los reservó para el día en que tendría que dejar su antigua casa, y había una fina capa de polvo y también algo de herida en esa palabra: antigua. Los nuevos inquilinos eran una pareja de jóvenes que buscaba la tranquilidad de la vida en la campiña, lejos del ruido de la ciudad, del estrés y de las luces de neón, seguro que usted ha tenido una vida tranquila y sin estrés, sin ruido ni luces de neón, ¿verdad, señora?
Los billetes de avión los reservó para el día en que tendría que dejar su antigua casa, y había una fina capa de polvo y también algo de herida en esa palabra: antigua. Los nuevos inquilinos eran una pareja de jóvenes que buscaba la tranquilidad de la vida en la campiña, lejos del ruido de la ciudad, del estrés y de las luces de neón, seguro que usted ha tenido una vida tranquila y sin estrés, sin ruido ni luces de neón, ¿verdad, señora?
Pudo haberles dicho muchas cosas, pero no lo hizo.
Les dejó las llaves y rechazó la ayuda del taxista para subir su única maleta al coche.
Antes, había descolgado el teléfono y marcado un número. Había dejado que sonaran cuatro tonos. Incluso aquella última vez, cuatro tonos eran suficientes. Luego colgó.
El avión despegó y aterrizó puntual.
Subió lentamente la escalera que llevaba hasta su nuevo apartamento, escalón a escalón, como si los contara y quisiera estar segura de que había el número exacto. La chica de la agencia hablaba muy excitada y unas llaves tintineaban entre sus dedos.
Allí estaban los geranios rojos en las ventanas; allí, el jardín común y el azul de la piscina.
No tardó mucho en deshacer lo que le quedaba de vida.
Bajó al jardín (y esta vez ya no hizo falta contar escalones). Se quitó las sandalias y dejó que la hierba le arañara la planta de los pies. Luego desató el pareo y se deshizo de la parte de arriba del biquini. El sol rozó sus pechos rosados y fue como una caricia adolescente, casi tímida, una primera vez. Se tumbó en la toalla.
Bajó al jardín (y esta vez ya no hizo falta contar escalones). Se quitó las sandalias y dejó que la hierba le arañara la planta de los pies. Luego desató el pareo y se deshizo de la parte de arriba del biquini. El sol rozó sus pechos rosados y fue como una caricia adolescente, casi tímida, una primera vez. Se tumbó en la toalla.
Alguien se lanzó al agua; con un crujido, alguien pasó la hoja de una revista.
Ahora sí, pensó, ahora ya podía esperar.
esperar lo inevitable.
ResponderEliminarmu bueno, muy sutil.
No sé si es así o no, pero me la imagino una señora mayor, yendo a pasar sus últimos momentos a un lugar agradable...
ResponderEliminar@mac, gracias por pasarte. Me alegro de que te guste.
ResponderEliminar@Princesa Ono, precisamente lo que importa es lo que imagines. Lo que sea o no, es lo de menos.
...traigo
ResponderEliminarsangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
COMPARTIENDO ILUSION
SR. SILENCIO
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE TIFÓN PULP FICTION, ESTALLIDO MAMMA MIA, TOQUE DE CANELA ,STAR WARS, CARROS DE FUEGO, MEMORIAS DE AFRICA , CHAPLIN MONOCULO NOMBRE DE LA ROSA, ALBATROS GLADIATOR, ACEBO CUMBRES BORRASCOSAS, ENEMIGO A LAS PUERTAS, CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER ,CHOCOLATE Y CREPUSCULO 1 Y2.
José
Ramón...