"Era una chica morena y con gafas de leer grandes como ventanas a un
parque. Le preguntó dónde se bajaba. Argüelles, contestó ella. Y
esa era la siguiente parada y no era suficiente. Un viaje tan corto
habría sido divertido, sin duda, pero estaba cansado de los fugaces
cambios de estación que luego no llevaban a ninguna parte. Se alejó
con..."
Edición 03/05/2012: Este relato, debidamente editado y corregido, continúa ahora en el número 6 de la revista Cuentos para el andén, compartiendo viaje con escritores como Hipólito G. Navarro o Astrid Lindgren. Como si fuera en primera clase, vaya.
Qué bonita historia! Es curioso la cantidad de personas que se suben diariamente al metro, cada una con sus propias historias y sus propios destinos. Hay todo tipo de gente. A veces, mirándolos un rato puedes hacerte una idea de a dónde van, a qué se dedican... me gusta hacer eso. Saludos
ResponderEliminar