Un coche en una cuneta. Hace frío, un frío blanco que lo cubre todo. Cubre el capó, cubre la carretera, cubre los campos más allá de la carretera y las montañas más allá de los campos. Sólo el parabrisas persiste en la lucha – tzzzzz, tzzzzz- contra el frío salvaje. El hombre mira a lo lejos hacia el calor de una casa, de unos labios que aguardan. Sus manos dudan sobre el volante inerte. Tzzzz, tzzzz. Elige el frío, otra vez. Arranca y acelera. Su familia espera para cenar.
Con este relato he participado en el concurso organizado por Eñe.
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