jueves, 12 de agosto de 2010

Vacaciones

Floto. El agua fría y salada sustenta mi cuerpo y lo mece, y las olas apagan con su rumor el toc-toc-toc-toc de las palas, los gritos de los vendedores de patatas, los besos de las parejas en la orilla. Hundo la cabeza en el agua y el mundo se para en una estación entre el cabo de Trafalgar y el horizonte. Me bajo y me dejo llevar por la corriente. De repente, soy un grumete a las órdenes de Jack el Afortunado, soy un traidor a mi patria y lucho con los ingleses en la batalla de Trafalgar. Después, llego exhausto pero entero a la cala desierta de alguna isla griega; solo tú me esperas, piel dorada sobre arena dorada. Pero entonces la corriente me arrastra hasta las costas de Egipto, y yo abro bien los ojos bajo el agua por si descubro los tesoros de la antigua Alejandría. Sin darme cuenta atravieso el canal de Suez y caigo en las manos de temibles piratas somalíes, unos apuntan sus kalashnikov a mi cabeza, otros disparan al aire, gritan algo que no entiendo, un empujón, caigo de rodillas, el cañón de un arma contra mi cabeza…
Una burbuja recorre mi espalda como el dedo de una mujer. No eres tú, tú me esperas tumbada en la arena, piel dorada sobre…

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